3.07.2005

Justo como Magia

La noche había roto despejada, transparente y clara, la lluvia se había llevado todo el polvo y las estrellas apenas dejaban un resquicio.
Ni las luces de la feria de la pequeña aldea de LikeHaven, tapaban el brillo de aquel cielo de verano, y menos aún el viento de primavera, que acariciaba complaciente a sus aldeanos.
Aunque no muy tarde, sí resultaba una hora alarmante para que una niña tan pequeña caminase por el sendero de las afueras, sobre todo si el camino conducía al bosque.
Apenas lograba ya escuchar los cánticos de sus paisanos, que debían estar apurando sus licores, gordos y felices, abrazando a sus esposas, o palmeando a sus colegas. Todo eso quedaba cada vez mas lejos, cada vez mas atrás.
Recordaba la primera vez que sus pies descalzos sintieron de manera desagradable la humedad de la hierba, ahora la sensación le hacía reír, imaginándose multitud de gotas besándole sus pequeños pies a cada paso, poniéndose todas de acuerdo.
La oscuridad era cada vez mas envolvente, y cuando la última luz artificial se perdió en el horizonte, una rama crujió a uno de los lados del sendero. La pequeña se detuvo en seco, girándose a la profundidad del bosque.
- Te he traído pastel. Lo he hecho yo.
Una cara asomó entre los troncos con una expresión extraña no-del-todo-humana y ojos que bailaban entre distintos colores. Un poco mas alto que la niña, saltó hasta situarse frente a ella, en los límites del sendero, pero sin pisarlo.
- Por qué haces esto? No lo entiendo.
Respondió con una voz que debió robar a algún ave de gran tamaño.
- No empieces, ya lo sabes, solo cómelo y siéntate junto a mí, hay muchas estrellas hoy.
- No sé si está bien...
Al oír ésto, los ojos de la pequeña se abrieron mas de lo que cabría esperar, reflejando en ellos sentimientos y pensamientos, que aún un sabio dedicado, no podría enumerar. Y a pesar de abrir también la boca para hablar, permaneció en silencio, esperando que el niño salvaje terminara.
- No sé si cuando te vayas, cuando abandonemos el juego de sombras de nuestros encuentros, podré volver allá dentro de nuevo. Hoy casi caigo de un risco pensando en ti. Busco tu olor en cada flor, en cada resina de tronco, tu mirada en el agua de los arroyos, tu risa entre el canto de los pájaros, y tu piel en la caricia de hurones y ginetas.
Para cuando había terminado, en los ojos de la pequeña, había mas estrellas que en el cielo.
- Pero... Esto no es lógico, eres un ser de magia. No tienes ningún derecho a decirme ésto. No puedes... No puedes.
Tras una pausa en la que tragó saliva para no romper a llorar, la pequeña continuó. Hablando al joven, cabizbaja mirando al suelo.
- Tu mundo está en el terreno de la fantasía, tu hogar entre goblins y trasgos, entre leprechauns y goblins, entre... entre todo aquello que nunca llegaré a ver. Y yo solo soy una futura cortesana, como lo mas que puedo pedir. Suficiente me cuesta volver allí, a las casas cuadradas, a los sonidos eléctricos, a las miradas sin brillo, a los olores falsos. Como para perder nuestras encuentros en las sombras... justo ahora.
- No digas eso. Ni se te ocurra. Durante meses me has hablado de peines, de fotografías, de escaleras, de música de otro lado del mundo, de dulces... Has llenado de magia aspectos que hasta ahora nunca lo tuvieron. Si el tiempo susurra que nunca has de aceptar mi invitación, solo asegúrame que sabrás cual es tu sitio, y adentrarte en el bosque, con tu pueblo, aquel que te arranca sonrisas y brillos como pétalos. Pero... no te pierdas, no te difumines.
- Claro.
Susurró la joven, entrelazando nerviosa sus manos, planeando a muy largo plazo como siempre hacía. Sorprendiéndose incluso a sí misma de seguir hablando.
- Recuerdas cuando dejé de traerte dulces durante una temporada?
- Sí.
- Traté de alejarme del bosque, traté de olvidar que alguna vez existió todo ésto. Traté de olvidar la magia. Como tú ahora, no sabía.
- Y ahora?
Rascándose la nariz con la dulzura que solo un cachorro puede tener, le respondió.
- Te gustó la tarta?
- Mucho.
Y ambos rieron, asustando a varios cuervos que espiaban, escudriñando a las figuras en sombras.
Y como solo en mitad de una noche y un bosque puede pasar, compartieron voz, era muy tarde para que importara quien decía cada cosa.
- Y ahora qué?
- Cuanto podríamos mantener todo ésto?
- Que haría el Sol a nuestro juego de Sombras?
- Espera.
- Escucha, quizás los grillos nos den la respuesta.
...
Y la noche avanzaba barriendo los campos, las estrellas sus faros, el viento su voz.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Maldito. Vas a conseguir que te pida como una yonki más de eso que me hace alejar mis pies diez centímetros del suelo...

10:32 p. m.  

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