2.01.2006

Equilibrios Esféricos.

08/20/05

Había llegado a ese punto en que de tanto darle vuelta a una serie de cosas había empezado a sentir vértigos y náuseas reales. Como si las ideas y conceptos fuesen en realidad un puñadito de tridimensionalidades a las que sometes a una aceleración centrífuga en tu cabeza.

Y eso que el día acababa de empezar, borrando los últimos rastros de idealistas sueños en los que el tiempo y la distancia están a disposición de la historia. Lo cual era un dato estúpido, tampoco es que hubiera dormido mucho, salvo en el hecho de mirar todo el trabajo vital cuestaarriboso que tenía por delante.

Mas de lo esperado le llevó elegir y adaptarse una indumentaria adecuada que le permitiera interaccionar con la gente para poder observarla, desde la esfera de sus ojos, como un niño en un sofá viendo documentales.

Poco después la calle, el mundo. La luz de neón de los pensamientos metalingüísticos con ansia de originalidad le cegaba mas de lo habitual con su porte de verdades absolutas. Y no tuvo mas remedio que sentarse en uno de esos bancos de uno de esos parques, que nunca había visto limpiar y sí usarse mucho, y siempre le aparecían limpios e impolutos, invitando a echarte una buena siesta al sol.

Puede que por no dormir apenas, puede que por llevar unos días sin articular palabra o interaccionar con su especie, pero la vio. Vio la Red con una claridad que hasta entonces solo había intuido.

Vio como a su alrededor, envolviéndole, una fina membrana reticular transparente y prismática llo cubría todo, como una red neuronal infinita para lo que su percepción suponía.

Penetraba en él para volver a salir, exactamente igual, lo cual le parecía mas reconfortante que decepcionante, y le llenaba de una tranquilidad digna de ser apuntada en el bloc de notas.

La Red estaba destruyéndose y creándose continuamente, sin que eso afectase a unas estructuras que permanecerían sobre todo lo demás. Su mente se perdía en corrientes de pensamiento generacional a la vez que eterno que iban de ente a ente, demostrando elegantemente lo cercano que está todo y lo estúpidos que somos al no rendirnos a una comunicación básica que abra toda sensación exultante de que todos somos engranajes cómplices. El sexo conceptual en estado puro.

Pero ya había visto la primera de las Esferas. No muy lejos, casi al alcance de su mano.

Toda la red se curvaba en diversos puntos situacionales para dar lugar a frutos esféricos de colores oscilantes en gamas de todo el espectro. Las consecuencias de las cadenas de pensamiento global almacenadas en ideas redondas y deslumbrantes.

Mirando hacia todos lados como cuando de niño mangabas comics en el super, la arrancó suavemente de su ubicación (ya daba igual si estaba suficientemente madura o no), y con la misma delicadeza la introdujo en su bolso.

De pie, manos en los bolsillos, partió de nuevo a casa, algo menos refunfuñado por nacer metafísico y un poco más porque sus congéneres y sus tendencias a automutilarse hicieran no poder enseñar aquella joya a casi, casi nadie, aunque otra cosa sería cuando la exprimiese, entonces sí podría hacerla circular por toda, toda la red.

Pero, sobre todo, refunfuñaba porque ésta sería la primera de muchas esferas repartidas/escondidas, y le quedaba un trabajo enorme por delante.

La euforia y la pereza combatían a muerte mientras llegaba la hora de cenar y pensaba en invitar a aquella amiga en aquel restaurante...